domingo, 28 de diciembre de 2008

Y volvimos a Caudete de las Fuentes


Y esta vez acompañados de unos amigos, lo cual fue estupendo porque así se comparten las aficiones y se disfruta mejor.

Nuestro viaje empezó en Minglanilla, con la visita del castillo y al pueblo, a veces tenemos tan cerca el poder pasar un día tranquilo y con amigos que vale la pena hacer unos pocos kilómetros y salir de la urbe para disfrutar de los lindes entre comunidades autónomas.

Y que decir de las apetencias gastronómicas de la zona. Ya que pasamos la mañana en la provincia de Cuenca, nos fuimos a comer a Caudete de las Fuentes, provincia de Valencia y linde entre Cuenca y ésta. La gastronomía del lugar es de mestizaje entre la Valencia Castellana y Cuenca, con comida marcada por especialidades como el cordero y guisos tradicionales de la caza en estas zonas.


Os voy a mostrar los menús que degustamos y que se asemejan por todos los restaurantes de la zona, con matices pero con aromas e ingredientes compartidos. Comimos en el restaurante Fuente Chica, que ya lo hicimos a principio de Diciembre, pero que no les había mostrado ninguna foto.

La carta tenía varias opciones pero decidimos escoger una comida para calmar el frío, que aunque no era inferior a 7º C, el vientecito cortaba la respiración. De entrantes probamos el típico gazpacho manchego, hecho a base de carnes de ave y conejo, junto a las famosas tortas manchegas, que cocinadas a base de especias como el clavo y el romero hicieron de perfecto entrante y acompañadas de un vino Utiel-Requena del lugar (Nodus Reserva de la familia) armonizaron perfectamente nuestra llegada al lugar.

Las alcachofas rellenas de carne fueron nuestro segundo entrante, estaban deliciosas y fueron perfectas anfitrionas para seguir degustando los aromas y sabores del vino. La verdad es que con estos entrantes casi estabamos servidos, pero el plato principal ya estaba de camino. Aquí alternamos dos tipos de comida, una que fue a base de legumbres con chorizo, estupendas y muy consistentes (un pelin saladas) y otra que fueron a base de cordero a la brasa, con unas patatas a lo pobre que quitaban las penas.
El postre también fue memorable aunque lo compartimos por la cantidad de comida ingerida y que a base de flanes de queso y de higo en almibar nos endulzó la tarde que fue seguida de un largo paseo por el pueblo para rebajar la copiosa comida, pero que con el frío ambiente pudimos afrontar.



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